sábado, 30 de agosto de 2014

El HUEVON


Era el mes de Marzo, en pleno Ecuador Festero. Amado, cronista de mi comparsa de Moros Nuevos, me anima a escribir un artículo para El Huevón, boletín interno de la comparsa, sobre mis sentimientos al dejar el puesto de cabo de mi escuadra y las diferencias al vivir el desfile desde otro puesto.

No me apasiona la idea, creo que es algo a  que todas las personas amantes de las fiestas, salientes o no salientes les ha pasado alguna vez . Además siempre me ha costado demostrar públicamente mis sentimientos, no se por qué, pero es así.

¿ Cuantas personas por un motivo u otro no han podido participar de las fiestas, la muerte de un familiar, un examen que te coincide con estos días tan especiales o cualquier otro motivo personal ?

¿Cuántos  festeros en un momento determinado han dejado de salir, vete tú a saber por qué ? Cada uno, seguramente, por distintos motivos.

No creo que yo pueda decir algo que no hayamos sentido todos en algún momento.

Pero Amado es la amabilidad personificada, siempre muy cariñoso con mi escuadra y conmigo, por lo tanto no me puedo negar.

Escribí lo que sentía y lo que sigo sintiendo.

Ahora vísperas de fiestas ha sido publicado en el Huevón.








Otro día 5.




Suena el despertador.

Ya llevo despierta un buen rato, es día 5 de Septiembre y como me ha pasado siempre, los nervios y la ilusión no me dejan dormir bien, mucho más desde que salgo de escuadra especial.
Tengo prisa por salir a la calle.Como todos los años me esperan mis compañeras de escuadra para desayunar y además tengo unas ganas enormes de volver a vivir otro día 5.

Pero el de hoy va a ser diferente, mi gumía está guardada en su sitio, hoy no la necesito.

Han sido 9 años saliendo de cabo con la escuadra de Alyadidas y hoy , dejo este puesto en manos de una buena amiga, Ana Amat, para incorporarme a la fila.

Es una incógnita para mí qué voy a sentir cuando empiece a sonar la marcha mora , el desfile arranque y yo no esté delante marcando el paso. Me imagino que echaré en falta un montón de cosas y sentiré nostalgia de todos los buenos momentos que he pasado siendo cabo de mi escuadra.

Lo que sí recuerdo perfectamente es lo que sentí la primera vez que lo hice, era el año 1999 y la escuadra de Alyadidas iba a desfilar por primera vez en las fiestas de Villena.

Todavía me pregunto como me atreví a ser la cabo.

Aunque es algo que siempre me ha gustado, la vergüenza y la inseguridad de no estar a la altura de los cabos de Villena me impedían presentarme.

La ilusión por la escuadra especial y el empujón de mi familia hicieron que cambiara de opinión y me decidiera a salir.

¡Cuanto me alegro de esa decisión!

¡Cuantas cosas me hubiera perdido de no haberlo hecho!

Cada día 5 a la hora de la salida he sentido siempre lo mismo, una mezcla de emoción, nervios, alegría, e incluso miedo cuando ves tanta gente y toda la calle por delante, todo cambia cuando empieza a sonar la marcha mora y escuchas los primeros aplausos y las primeras palabras de ánimo.

¡Qué alegría, madre mía! Voy a disfrutar del desfile junto a las componentes de mi escuadra que no paran de animarme ni un segundo.

Lo reconozco, me encanta ser cabo , pero soy consciente que los años pasan y se notan, por eso creo que es el momento de dejar paso y vivirlas de otra forma.

Una retirada a tiempo es una victoria.

Y el momento ha llegado, voy hacia la salida sabiendo que hoy será diferente.

Me preocupa no sentir la misma emoción que cuando hacía de cabo, pero sorprendentemente la emoción y las cosquillas en el estómago siguen estando ahí . ¡Qué bien!

Lloro como una chiquilla cuando Ana levanta la gumía y da la orden de avanzar, y disfruto de La Entrada de otra forma, quizás con menos intensidad en la emoción pero más relajada y con menos responsabilidad.

Ahora, a toro pasado, puedo decir que acerté en la decisión a pesar de la nostalgia que seguiré sintiendo cada día 5.

De todos estos años me llevo un montón de cosas, los aplausos del público, la complicidad con mi escuadra, la alegría inmensa del premio a la mejor cabo a marcha Mora del año 2009 y lo mejor de todo , el recuerdo de la mirada emocionada de mi madre siguiéndome durante todo el recorrido.

Eso ya no me lo quita nadie.

No puedo pedir más, es mucho más de lo que me esperaba cuando empecé.

¡Ah! Y seguiré haciendo de cabo cada vez que suene una marcha Mora.






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